lunes, 28 de junio de 2010

Desorden


Venia caminando lento
contigo en la cabeza
con todas tus gentilezas
y tus caricias tiernas

Venia tambaleando
pues también añadí
tus sueños y los mios
y nuestros planes

Venia acostumbrándome
hasta que todos tus deseos
cómodamente, se sentaron
hasta arriba de todo

Venia casi cayendo
porque luego mis deseos
me jalaron los tobillos
deseando deslizarse por tus ojos

Y por fortuna me tropecé
revolviendo entre nuestras ropas
todo, y entre todo el desorden
no hallaba la cordura

Todas esas sogas que nos mantenían
en tierra firme, se desvanecieron
y la razón de puro coraje se rindió
pues uno no se puede agarrar de las nubes.



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